Su esposa y su hermana ni la probarían

Su esposa y su hermano ni la probarían...

 Pero no tenía otra opción. La nevera era un museo de delicias podridas y el microondas permanecía en silencio en la oscuridad.  

     "¿Y si pedimos algo?", sugirió Marta, mientras intentaba hacer un pedido en su teléfono inmóvil.  

     "¿Con qué? ¿Con energía solar? Le respondí, señalando el cielo nublado entre la oscuridad que caía                              sobre Barcelona.  

Al final, nos conformamos con lo que teníamos: pan duro, mermelada caducada y una botella de vino. 

    "Qué horror"

 No sabía si mi esposa hablaba de la comida o de la ciudad. 

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